De madrugada, se produce en el mundo un fenómeno único que se repite cada día. Nadie parece reparar en la importancia de un hecho que resulta tan vital para nuestro desarrollo como especie.
Tan importante como la salida del sol, la aparición de la luz, las mareas, el viento y la lluvia.
Cada día, con la aurora, millones de niños despiertan, entreabren sus adormilados ojos, recuperan una vez más su conciencia, su característica de ser, y un día más se pelean consigo mismos y los demás para aprovechar la oportunidad de aprender y recuperar su identidad de «homo sapiens» olvidada durante el sueño.
Más allá de sus necesidades biológicas básicas, millones de niños de todo el mundo van a la escuela. Llorando, gritando, cantando, en silencio, jugando, luchando a veces contra elementos adversos, los niños se desperezan y recuperan ansiosos su necesidad de imitar, copiar, aprender, ser seres humanos.
Ir a la escuela.
El que puedan hacerlo millones de niños en múltiples países desarrollados y en desarrollo de todo el mundo es la base que garantiza la evolución en libertad del «homo sapiens».
libres del hambre,
libres de la miseria,
libres de la opresión y esclavitud
libres de todo fanatismo
En libertad los niños, todos los niños y niñas van a la escuela.
En eso debe consistir la globalización. Otras formas diferentes de globalización, económica, financiera, comercial será un Mercado, una Selva regulada, pero selva al fin y al cabo. No será globalización de la democracia, ni evolución, ni progreso.
Winston Churchill resumió el concepto de democracia en una famosa frase «Ese tipo de sociedad en la que, si alguien llama a tu puerta a las 5 de la madrugada, sólo puede ser el lechero». De forma clarividente resaltó en una frase la importancia de la libertad y seguridad individual en una sociedad que vive en democracia. Hoy, casi un siglo después, sabemos que dicha libertad imprescindible solo es verdadera si se basa en el conocimiento. En libertad, todos los niños del mundo van a la escuela..